Texto Mirar es habitar


Mirar es habitar

Muestra 3:3 - Laura Alercia, Florencia Álvarez Guardo y Milagros Majó



“El mundo de la experiencia visual es infinito en su variedad y su riqueza.
 El arte puede codificar correctamente la realidad y, sin embargo, paradójicamente, no tenemos motivos para temer que los artistas dejen de revelarnos alguna vez nuevas facetas de esta experiencia inagotable” (Ernst H. Gombrich).



¿Cómo percibimos cuando estamos sumergidos en un bosque? Permanentemente  recibimos, en simultáneo, millones de impresiones en la retina, pero no podemos prestar atención a la totalidad, no vemos todo, hacemos siempre una selección guiados por nuestro hábito y nuestro interés. Las obras de Laura Alercia, Florencia Álvarez Guardo y Milagros Majó desafían esta cotidiana e inadvertida acción de recortar algo de todo lo que vemos. En 3:3 la inconmensurabilidad propia del acto perceptivo es potenciada. De pronto nos encontramos sumergidos en formas y colores, sólo nos queda entregarnos a la experiencia de percibir-conocer a medida que nos movemos.

Mirar y habitar constituyen una sola acción. En esta exposición el acto de ver se convierte en una experiencia del explorar, implicando al ojo, que pulula sin puntos de reposo, y comprometiendo al cuerpo y a su desplazamiento en una experiencia del habitar. En 3:3 se ponen en funcionamiento distintas estrategias para motivar el impulso exploratorio. Así, la obra deja de ubicarse en el lugar tradicional del deleite de la vista para desplegarse como espacio habitable, penetrable a la vez que inconmensurable. Entramos por un conducto a Hýsteros, la obra de Milagros Majó, que abarca la totalidad de la sala y la habitamos sin poder contemplarla desde la seguridad de la distancia. Nos acercamos a las pinturas de la serie Ora de oro de Florencia Álvarez cuyo tamaño y disposición, a modo de biombo, mantienen una escala humana que otorga libertad para elegir distintos puntos de vista. Finalmente, nos interpelan las obras de la serie Señales de Muros de Laura Alercia con su gran tamaño semejante a un mural y nos envuelven a modo de bambalinas.

Cada obra posee su propio sistema circulatorio y las formas de explorarlas son múltiples. Una primera impresión nos desconcierta, nos resulta difícil hallar una estructura pregnante en la infinidad de estímulos perceptivos. Pero una vez sumergidos, encontramos como puntos de apoyo elementos reiterados que, como el estribillo de una canción, funcionan como puentes para conocer: el punto tejido, la plantilla y el trazo. Sin embargo, cuando creemos que podemos anticipar lo que va a venir, nuestras expectativas son traicionadas, porque en cada repetición hay una transformación: el punto tejido compromete nuevos colores, las plantillas nuevas imágenes y los trazos nuevas direcciones y espesores de pintura.

Las obras de 3:3 están construidas por capas de materiales, pantallas que permiten ver  a la vez que ocultan. Pero este velo no lo cubre todo, entonces la curiosidad se activa y sentimos el deseo de mirar más allá. Las áreas no visibles mantienen el misterio e insinúan la densidad. Las capas se construyen no sólo por adicionar o superponer material, sino también por sustraer, agujerear, calar, tejer y anudar. Los resultados de estos procedimientos son índices de los tiempos de producción de las obras y constituyen intersticios por donde comenzar un posible recorrido. Las superficies de Laura Alercia están pobladas de trazos gestuales (múltiples y singulares), realizados con pinturas de diversas procedencias que configuran constelaciones de animales,  protagonistas absolutos que ocupan la totalidad de la escena. De esta manera las capas potencian al máximo las posibilidades espaciales de lo planimétrico. En las obras de Florencia Álvarez, las pinceladas, las chorreaduras, los calados y los papeles pegados son las huellas del habitar del artista por la superficie. Como una caligrafía, los gestos modulan ritmos de distintas intensidades que generan una sensación de transformación de formas, de puntos de reposo y de focos de atención. Milagros Majó teje sin agujas y configura, con las líneas de lana, un espacio blando para ser tocado y explorado. El punto cierra, fija y abre un hábitat coloreado de límites difusos, en el que la gravedad opera modificando la estructura y creando un movimiento virtual.

Los materiales muestran sus cualidades, algunos son pesados, otros fluidos, cubritivos o permeables y todos están plagados de huellas, registro de diversas acciones. Cada intervención actúa como si fuera un prisma, descompone la luz en una infinita gama de colores. Luz y color no se pueden pensar –ni experimentar– por separado; contrariamente, juntos marcan direcciones, profundidades y atmósferas. Las artistas de 3:3, cada una a su manera, construyen su propia fuente de luz e intervienen en nuestra percepción del espacio. En las pinturas de Ora de oro, la luz aparece de muchas maneras: fusionada indisolublemente con el color, recortada en los trozos de papel dorado y atravesando punzante la madera para despertar al espectador. Se hace camino entre las capas, es una luz indirecta como la del cine o la que llega a marcarnos el camino en medio de un bosque. La luz en Hýsteros, se asoma entre hilos de colores, proviene del afuera y, a su vez, es generada por los mismos colores fluorescentes. Es una luminosidad que, junto con las formas concéntricas, genera emociones, sensaciones térmicas y posibilita, como parte fundamental de la composición, la visión de algunas zonas. Mientras la luz en Milagros Majó es ambiental, en la superficie pictórica de Señales de Muros de Laura Alercia la luz irrumpe como destello, con el brillo propio de la pintura en aerosol plateado y dorado así como el de las lentejuelas.

El mundo visual es inestable, no tenemos más que impresiones fugaces. Un paseo por 3:3 es un recorrido vertiginoso por formas dinámicas y colores escurridizos. Las obras, lejos de congelar una imagen, la impregnan de energía. Esta exposición nos propone entregarnos a un estado de permanente descubrimiento visual y nos invita a pensar el asombro no sólo como un estado fugaz, sino también como un modo de conocimiento.



Lic. Alejandra Lanza & Lic. Mariana Luterstein

Alejandra Lanza es Licenciada en Artes y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Artes (Plásticas), egresada de la UBA. Fue Jefa de Trabajos Prácticos de Vestuario, Cátedra  “Prof. Marta Albertinazzi” en el IUNA (Artes del Movimiento). Formó parte del Departamento de Educación del Palacio Nacional de las Artes–Palais de Glace, coordinado por la Lic. Mariana Luterstein. Se desempeñó como investigadora de fuentes para la obra de la artista plástica Cristina Piffer. Actualmente es miembro del Grupo de Estudio de Arqueología y Antropología Colonial GEAAC (Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, UBA) dirigido por la Dra. Mariel A. López. Se desempeña como investigadora tesista del UBACyT "Arqueología de las imágenes e identidades antes y después de la conquista española en Humahuaca, Jujuy, República Argentina (s.XVI-XVIII)”. Es becaria del Fondo Nacional de las Artes con el proyecto grupal “Arte efímero en las fiestas de San Santiago y Santa Ana en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina”.

Mariana Luterstein es Licenciada y Profesora en Artes (U.B.A.) Se ha desempeñado como coordinadora de actividades culturales, visitas guiadas en museos y docente de historia del arte. Ha obtenido una beca del Fondo Nacional de las Artes para la llevar a cabo el sitio web para chicos y docentes sobre arte argentino contemporáneo “Los Materialli” (www.losmaterialli.com.ar). Escritora en distintas publicaciones de arte para niños, entre ellas, para la editorial Santillana. Desde el 2007 trabaja en el programa educativo del Palacio Nacional de las Artes “Palais de Glace”. Actualmente se encuentra realizando un curso de postgrado en el Instituto de Altos Estudios en Ciencias Sociales.

 

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